sábado, 14 de mayo de 2011

Desde el principio

Todo lo que iniciamos tiene a la larga una sucesión de consecuencias, de las cuales, más tarde nos lamentamos o bien las disfrutamos a pleno. He escuchado sinfin de historias, de amores desechos... de traiciones, de maltrato familiar, de sufrimiento eterno. Y he llegado a varias conclusiones:

1. Sufrimos porque queremos: 

intentamos enfrascarnos en relaciones, que a la larga nos dan luces de no ser las adecuadas para nosotros. Perdemos la vena realista y nos dejamos llevar por sueños e ilusiones, pero hay síntomas en cada relación que delatan como será el siguiente paso a dar.  No esperemos cosechar ilusiones y alegrías en una relación plagada de gritos, insultos y peleas insignificantes. No podemos vislumbrar un futuro lleno de amor, caricias y atenciones, cuando tenemos a nuestro lado la pareja más insensible del mundo, a la que le importa un bledo por lo que estamos pasando, y no toma cuidado de nosotras ni de nuestras emociones.

No digo que nos volvamos egocéntricas y que pensemos solo en nosotras, pero pensemos en una palabra clave: LA RETRIBUCIÓN. Si estamos en una relación en la cual nos sentimos retribuidas en todo aspecto, el camino parece ser esperanzador. Al contrario, si tenemos que estarle dando cuerda al muñequito cada cierto tiempo, cuando nos colmamos la paciencia, puesto que cuanto hemos esperado no llega... ¡alerta! ojos bien abiertos y a analizar.

2. No le pidamos sandías al peral

Mucha gente espera milagros de Dios, cuando la verdad, el no tiene por qué aparecerse en ese momento. No estoy negando para nada la fé, ni esas cosas. Solo digo, que si tu siembras un peral, no esperes obtener sandías. En otras palabras, queremos que Dios restaure una relación que empezó mal, una relación en la cual nos empecinamos en tenerla a toda costa. Cuando no queremos ver que nos está destruyendo, y que cada día menoscaba nuestra autoestima y nuestro sentido de realización personal.

Conocemos una pareja que en nuestra forma de pensar, es el tipo o la mujer ideal, y desde el inicio de la relación nos damos cuenta que andamos como ese reloj desengrasado cuyos engranajes no funcionan. Caos, discusiones y sinsabores reinan en el ambiente. Uno de los dos se vuelve el factor dominante, opacando al otro, y limitandolo en cuanto a crecimiento personal y a crecimiento emocional.

Se hace lo que él o ella dicen, pero no se comparte nada. No se busca el beneficio mutuo... solo la satisfacción personal de una de las partes de la pareja. Se van viciando los procesos y al final, se puede caer hasta en la permisividad, en la infidelidad y en el maltrato.

3. Tenemos que aprender a ser realistas

Pies bien puestos sobre la tierra y no amasar sueños, ni construir castillos en el aire. Nos lo dice todo el mundo, lo escuchamos alrededor de nosotros... y sin embargo, nos empecinamos en seguir a la par de esa persona, por el miedo de no poder encontrar a alguien más o por el temor que nos vean como "fracasados"

Amarnos mucho. Cuidarnos mucho, pero ¡como cuesta! entender que nuestra vida "no depende de otros" depende del valor que nosotros le demos.

Cuando aprendemos que las cosas que inician bien, terminan bien. Cuando entendemos que no podemos cambiar a la otra persona. Cuando asimilamos que para que otros nos amen, tenemos que amarnos nosotras primero. Entonces aprendemos a caminar en pos de una vida sana, de un futuro feliz y hacia la autorrealización de nuestras vidas.