Perdida, silente, con las heridas abiertas, y la sangre a flor de piel. El dolor es inmenso, casi no se siente, y la mano pegada a la espada. La espalda destrozada por el peso de la carga, y la mente, casi anulada, no puede saborear las victorias.
Añorando los tiempos de paz, extrañando los tiempos de bonanza. Esto es la guerra, y lo que pasó una batalla, y así se da la vida en intervalos. Solo los valientes arrebatan los sueños. Solo los valientes se ganan el derecho a vivir.
Con costras, cicatrices, marcas del pasado, que fortalecen, que nos marcan la senda a no seguir. Por ahi no volver a pasar, por ahi, no acercar el pie. Enfrentando los gigantes que se acercan uno a uno a destruirnos. Obteniendo los botines y disfrutándolos aun con la sangre en nuestros labios.
No dejarnos vencer, arremeter contra todo, empujar con el cuerpo, con el alma, con la mente y si es posible, arrancar con las uñas... y dientes. Asi es la vida, y así tenemos que vivirla. Quienes buscan un plácido mar, con una hamaca y una orilla... y la música de los grillos en sus orejas, no han aprendido que vivir es batallar. Que la paz se alcanza, cuando se ganan las guerras. Que el amor se obtiene, a través de la lucha por los sueños. Que los sueños son el motor impulsor de nuestros pies y nuestras manos. Que solo los valientes... pueden arrebatarlos.
Y sin embargo, el cansancio es infinito... y en el oscuro manto de la noche, la rutina vuelve a ser la misma... agua caliente para sanar las heridas, hilo y aguja para coser los tajos de la vida, bálsamo para el dolor de huesos del alma... vendas, para cubrirnos de la cruel enfermedad de la pasividad y el conformismo... y la espada, reluciente... invitándonos a alcanzar otro sueño.
Lorena.06.05.10
1 comentario:
Muy bueno, mi querida Loren, gracias por compartir.
Abrazos
Leonor
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