sábado, 14 de abril de 2007

L A M U J E R C O N S T R U Y E


"LA CASA, LO INTANGIBLE Y LO COTIDIANO EN EL ESPACIO DOMÉSTICO".

ANA ESTIRADO GORRÍA, arquitecta.



Como forma de acercamiento al trabajo de investigación sobre las obras construidas por mujeres arquitectas, hemos elegido el tema de LA CASA por el carácter próximo y entrañable que posee para nosotras. Somos plenamente conscientes de que en éste momento, como en casi todos, son los poderes políticos y sobre todo los económicos, los que condicionan el proceso de construcción del hábitat humano, sin embargo, vivimos tiempos en los que muchas estructuras y procesos vitales están cambiando, la mayoría de las veces de una forma compulsiva e irracional y es por ello por lo que creemos que puede ser interesante reflexionar sobre nuestra labor como arquitectas, sobre nuestra función en la sociedad y sobre la repercusión de nuestras actitudes al abordar algo tan cercano y necesario para el ser humano como es LA CASA.

LA CASA
Nuestra reflexión tiene un carácter de búsqueda, está guiado por la inquietud por definirnos y aprender y esta necesidad surge desde nuestro ejercicio de la profesión de un modo liberal, como arquitectas inmersas en el mundo de las obras, en el mundo de lo construído.
Al abordar el tema de la casa, lo primero que surge es el planteamiento de una metodología para tratar un tema que para nosotras tiene tantas connotaciones. Nos preguntamos ¿Cómo encontrar un orden que no establezca prioridades?¿Cómo dar forma a un pensamiento que es un compendio de intuiciones, imágenes, sueños, recuerdos, proyectos ...? y, sobre todo ¿Cómo trasmitirlo?
En primer lugar, buscamos un título, un título que contiene una intención: "La casa: Lo intangible y lo cotidiano en el espacio doméstico." Lo intangible y lo cotidiano, como dos fuerzas necesarias y complementarias para definir un espacio.

Inmediatamente establecimos un diálogo con todas las compañeras que han respondido a nuestra convocatoria, aportándonos toda su experiencia personal y profesional, nos acercamos a sus obras y a sus pensamientos, los analizamos y en alguna medida, los hicimos nuestros. Surgió, entonces, la necesidad de volver la mirada a nuestros maestros, volver a escucharles en una lectura intencionada, retornar a aquellos que han abierto nuestros ojos a la riqueza del espacio, a aquellos que han marcado las pautas de nuestro quehacer profesional, muchas veces sin ser conscientes de ello. Y por último, decidimos volver sobre nuestras propias obras, sintiendo la nostalgia de aquellos espacios que no fueron lo suficientemente amados por nuestra imaginación y que el uso de sus moradores nos delata.
Volvemos, en fin, sobre nosotras mismas y sobre nuestra querida profesión, sobre nuestra condición femenina y sobre la parcela de mundo que nos ha tocado vivir y que deseamos cuidar.

LA ESENCIA
Resulta difícil trascender de la concepción del hábitat humano como un utensilio indispensable para la vida, del objeto producido por la industria o del que representa simplemente un valor de mercado y explicar y explicarnos otro tipo de connotaciones, que están diariamente ante nosotras, que todos reconocemos cuando las vivimos, pero cuya relación con los edificios que debemos proyectar, a veces es difícil de establecer. Olvidémonos por unos instantes de nuestra época, de todo lo que condiciona de una manera externa nuestra idea y deleitémonos en el pensamiento. Somos conscientes de que para abordar un proyecto de una manera abierta y generosa es necesario comprender la esencia primera de lo que queremos construir, aquello que lo explica y lo hace ser.

¿Cual es la esencia de la CASA?
Sobre la casa se ha dicho todo, han hablado los sociólogos, los psicólogos , los políticos, los urbanistas, los arquitectos, los poetas... Cualquier comentario sobre algo tan cercano se nos presenta como aparentemente trivial, pero es ahí donde reside el encanto y la dificultad de nuestra reflexión. Nuestro problema consiste en delimitar los campos por los que queremos que discurra nuestro pensamiento. Queremos ver la casa en su integridad, como seres humanos, como mujeres, como arquitectas, como madres..., como lo que en realidad somos, no con una visión exclusivamente profesional, que tan solo se correspondería con una parte de nuestra personalidad. Tratamos de ordenar ideas, buscar nexos de unión, establecer criterios de aproximación, pero ¡Qué difícil encontrar una estructura que ordene!, una forma que englobe todo ese conocimiento intuitivo que queremos expresar...¡UNA FORMA, LA FORMA! encontramos la clave!
Somos arquitectas y la forma es algo intrínsecamente unido a nosotras, y como en tantas otras ocasiones, la geometría acudió en nuestra ayuda. Nuestro pensamiento no es lineal , no tiene un comienzo y un final, se recorre libremente, tiene infinitos puntos de aproximación y un centro.NUESTRO PENSAMIENTO ES REDONDO. En el centro, la casa, la mujer, EL SER HUMANO.Algo nos tranquiliza, nada se quedará fuera y en él todo es posible. Cada uno puede hacer su propia lectura y llenar de riqueza nuestro esquema. El orden, EL ORDEN con mayúsculas, ese instrumento tan necesario a la hora de hacer arquitectura, ha trasformado nuestras intuiciones en pensamiento y por tanto en algo que puede ser trasmitido.
Nuestro orden es integrador.
Al situarnos en el centro, en el lugar de la casa, de la mujer, nos instalamos en nuestra atalaya privilegiada desde la que poder recorrer todos los mundos que pueden encerrarse dentro de esta hermosa palabras de dos sílabas. Y decimos que nuestra condición es privilegiada porque, como mujeres, podemos percibir gran parte de la riqueza que encierra el concepto, en primer lugar, por ser seres humanos concebidos por la naturaleza con esa capacidad que a nosotras mismas nos sorprende, y que es la posibilidad de ser espacio, espacio que alberga, el primer sitio de nuestros hijos, en segundo lugar, por nuestra condición femenina, tradicionalmente mas próximas al concepto de hogar que nuestros compañeros arquitectos y por último, por nuestra condición de soñadoras y constructoras de casas, albergues de otros seres humanos, condición que nos hace partícipes de una labor creativa.
Nos gusta esta dialéctica entre LA CASA - LA MUJER - LA MADRE. Analicemos el plano del espacio mental que hemos configurado Concebimos la casa como un universo, como un todo centrado . En el centro, el ser, la idea, detrás de cada idea está su esencia, aquello que la define y la origina. En nuestra representación circular, el ecuador nos separa dos mundos , el mundo de LO TANGIBLE y el mundo de LO INTANGIBLE.
Cinco ideas de casa vienen a ayudarnos a definir la globalidad, cinco casas que nos remiten a valores esenciales, originales. 1- La casa como una realidad física, LA CASA CONSTRUIDA, nos sugiere La Forma. 2-La casa como una necesidad vital, LA CASA VIVIDA, nos encamina hacia la realidad de La Existencia.3- La casa como una expresión, como un deseo de trascender del mundo propio, LA CASA CREADA, que nos permite hablar de La Belleza. 4- La casa como origen, como el anhelo del reencuentro , LA CASA AMADA, que nos acerca a la Madre, a la Tierra. 5- Y por último, aunque en ella se encuentra el principio de todo, nos referimos a LA CASA ETÉREA, la casa entendida como una metáfora de nuestro mundo interior, la casa que nos acerca al Alma.
La Forma, La Existencia, La Belleza, La Madre y El Alma
.Cinco ideas y un lugar, LA CASA, para encontrarlas, definirlas y albergarlas.La mujer vive, la mujer ama, la mujer sueña, la mujer crea, la mujer construye.¿Cómo lo hace? y ¿Porqué lo hace?

LA CASA CONSTRUIDA
La casa construida, el objeto tangible, con una realidad geométrica potente y sometido a las leyes de la naturaleza. El objeto que es final para nosotras y comienzo para otros . Nuestra tarea acaba cuando la entregamos, nos deja de pertenecer, rompemos el vínculo con nuestra obra pero sentimos toda la grandeza de la arquitectura aún en la mas pequeña de las edificaciones . La emoción de la construcción, del paso del papel en blanco al objeto material, penetrable, vivo. Es el pensamiento traducido en una forma física, que los demás pueden percibir, vivir y disfrutar. Una casa no es un objeto cualquiera, no es algo que nos pueda dejar indiferentes , una buena casa debe despertar en los que la descubren el deseo de habitarla, el deseo de vivirla. ¿Cómo se despierta ese deseo?¿Cómo podemos hablar de una "buena casa"? A pesar de ser algo tremendamente subjetivo, quizás exista un denominador común a todas las buenas casas, algo que esté en la raíz del concepto. Nos preguntamos, pues, ¿Qué caracteriza el concepto de espacio arquitectónico encerrado dentro de la idea de casa?
Norberg Shulz designa el espacio arquitectónico como una concretización del espacio existencial. En este punto la arquitectura sale al encuentro de la dimensión humana del ser, del existir. Al definir el concepto de lugar y los conceptos de dentro y fuera, fruto de la interferencia de distintos lugares, estamos definiendo la acción de HABITAR, el ser que habita, localiza sus experiencias y memorias.
Gastón Bachelard, nuestro querido maestro, nos lo explica de una manera hermosa: "Gracias a la casa, un gran número de nuestros recuerdos tienen albergue". Detrás de la definición o materialización en una forma arquitectónica, está la idea que la ha generado. La casa es espacio para la intimidad, espacio privado, un lugar seguro en el que hacer pie existencialmente y un lugar donde compartir esos sentimiento con aquellos a los que elegimos. Arquitectónicamente hablando, la casa es esencialmente espacio interior, pero no olvidemos que también posee una imagen exterior, una forma que para el habitante tiene un fuerte carácter simbólico. El sentimiento de seguridad que debe transmitir la vivienda, debe de provenir de la certeza de encontrar colmadas las necesidades, tanto físicas como espirituales de sus habitantes.
La casa debe sugerir imágenes de sosiego, para lo cual, su espacio arquitectónico debe ser claro, no caótico, establecer perfectamente los diferentes niveles de privacidad, definir claramente las zonas mutables y las inmutables. El espacio no puede discurrir desperdigándose aleatoriamente, perdiéndose. Y lo mismo que el interior, la forma exterior debe de participar de esa cualidad. Vivir en una casa sosegada formalmente consideramos que es un privilegio.
La sabia articulación de unos espacios con otros ha dado lugar, a lo largo de la historia, a elementos valiosísimos dentro del dominio de lo doméstico . Espacios en los que la tensión entre lo que es interior y lo que es exterior, se resuelve de un modo apacible. Espacios que no se imponen, pero que sugieren la esencia de la arquitectura, el encuentro entre función, ser y belleza. Sentimos especial cariño por las galerías, los miradores, los patios, los porches, los zaguanes, las tapias de los pequeños jardines..., lugares con un microclima propio, luz propia, vida propia. Espacios que invitan al ensueño, al recuerdo, tan presentes en la arquitectura tradicional y a veces tan olvidados por los arquitectos modernos. Son lugares en los que la casa se insinúa, nos permite presentir su misterio, pero no nos lo explica, espacios, que si tratamos con cariño, aunque tengan una pequeña escala, acaban convirtiéndose en el corazón de la vivienda.
Es en esos lugares, donde, trasladando el pensamiento de algún poeta a nuestra labor de construir, desearíamos, " que ya que no es posible encerrar entre sus muros la felicidad, si que al menos éstos alberguen su presagio".
Como arquitectas creemos necesario el contacto continuo e intencionado con la tradición y con la historia del lugar donde vamos a construir nuestras casas. Escuchar el silencio de los patios, el rumor de una fuente, percibir el perfume del jazmín o pasear por una estrecha calle repleta de historia, nos enriquece personal y profesionalmente, nos hace sentir la vida de otra manera y nos hace entender de otra manera la arquitectura. Nuestra arquitectura debe permitir que la vida de los habitantes de nuestras casas pueda desarrollarse, nuestra arquitectura debe esbozarla con claridad pero no condicionarla totalmente y eso es tremendamente difícil.
La arquitectura no debería ser un fin en sí misma sino un medio.
Existirán infinitos diseños de casas, infinitas imágenes, no creemos en un lenguaje arquitectónico que responda a unas necesidades universales . La casa surge del lugar, del clima, de la cultura, de la época . No existe una casa perfecta, pero en la medida en que responda a las necesidades humanas, se acercará a ello. Sin embargo, así como es mas fácil para el ser humano identificarse con un espacio interior, porque, en cierto sentido, puede apropiárselo, investirlo, utilizarlo,... el elemento simbólico de la forma arquitectónica es algo mas difícil de entender, dado el fuerte carácter subjetivo que su percepción implica.
En el caso de la casa, existe una relación muy importante del ser humano con la imagen de su hábitat y es ahí donde entramos en conflicto los arquitectos con los habitantes de nuestras casas. Esa imagen exterior, a veces incomprendida, sobre la que el ciudadano no puede actuar, es, a menudo, lo que nos separa de él.
¿No deberíamos permitir que el ser que habita, sintiera suya la imagen que de su hogar está ofreciendo a la ciudad? Personalmente, me siento incapaz de tal gesto de generosidad, considero que la obra proyectada tiene una unidad y que debe mantenerla, la composición exige un orden, por respeto a la ciudad, al entorno, y la elección de los materiales responde a una intención, pero sí está en mi ánimo reflexionar sobre el tema. ¿Cómo podría ser, digamos más "permeable" la arquitectura doméstica?. ¿Deberíamos tenerlo en cuenta a la hora de proyectar? ¿Qué piensa el ciudadano de nuestro trabajo?¿Qué es lo que rechaza? Creo que, normalmente, aquello cuyo significado le aleja de la imagen de hogar, que le sugiere otros usos, otros espacios o simplemente aquello que tanto nos gusta a los y a las arquitectas racionalistas: la modulación, la repetición, la falta de ornamento...
Por todo ello, nos preguntamos ¿puede haber una arquitectura doméstica bella, ordenada y racional que pueda responder de una manera honesta a estos planteamientos? ¿Podría ser éste un camino a abrir por las mujeres dentro de la construcción del hábitat? Sería hermoso que encontráramos pautas que acercaran nuestra arquitectura a la sociedad, porque, siendo sinceras y realistas, la función, tanto de arquitectos como de arquitectas, resulta bastante incomprendida y en estos momentos se encuentra muy devaluada.
Arquitectura y Sociedad, punto de encuentro de nuestra Casa construida con nuestra Casa vivida, el punto en el que nuestro espacio doméstico pierde su poético nombre : CASA, para convertirse en VIVIENDA.

LA CASA VIVIDA
Al llamar a la vivienda la Casa vivida, albergamos la secreta intención de que en su denominación no se pierda ese valor esencial. Para nosotras, la vivienda debe seguir siendo una CASA. La Casa vivida nos habla de la existencia, del día a día, de lo cotidiano, aquello que no puede perder ese matiz que se desprende del pensamiento del arquitecto y escritor José María Buendía, que lo califica como : "La poesía que es repetir cada día el mundo de las costumbres sencillas"
Pero acerquémonos más al mundo, a la realidad que a veces nos impone, nos asusta por su contundencia, a la realidad que a veces ahoga nuestros pensamientos y acerquémonos tomando como referencia la definición que Abraham Moles realiza de la función de los constructores, promotores, urbanistas y ARQUITECTOS, aquella que es : "La de cortar en lonchas el espacio urbano, y colocar en cada una de esas lonchas un ser vivo, individuo normalmente equipado con una familia y un mobiliario, ser que tendrá una percepción radicalmente distinta del mundo que le rodea y establecerá una especie de contradicción fundamental que únicamente la vida cotidiana será capaz de superar".
Esa terrible definición de lo que pueden ser nuestras casas construidas, lugares contra los que hay que luchar para superarlos, es un buen motivo de reflexión a la hora de abordar la casa como un lugar en el que se desarrolla la existencia, donde se desarrolla la vida y que debe ser otro de los pilares en los que se apoye nuestra arquitectura.
Conceptos como función, economía, racionalidad y uso debemos manejarlos con toda soltura.
Una casa no es solo una máquina, pero, en determinados aspectos, debe de funcionar con la perfección de ésta, sus engranajes deben estar perfectamente acoplados. Una máquina para vivir, como diría Le Corbusier, un aparato que combina los significados de arte y astucia, un objeto con la capacidad de responder a un problema planteado. Una mala respuesta funcional a una necesidad, la falta de rigor en el análisis del espacio, la precipitación a la hora de proyectar etc.,puede anular toda la capacidad potencial de una dependencia, puede hacer de una, aparentemente hermosa casa, un lugar difícil de vivir.
Lo intangible y lo cotidiano . Tomemos lo cotidiano , lo funcional, lo que se puede medir, tan unido al día a día, a lo aparentemente racional, aquello que en nuestra sociedad debe funcionar para, digámoslo claramente, poder sobrevivir.
La mujer, hoy por hoy vive lo cotidiano de la casa de una manera muy distinta al hombre. El hogar ha sido, en nuestra cultura, el reino de la mujer y eso, que ha tenido repercusiones muy negativas en algunos campos, también le ha reportado satisfacciones, le ha dado un lugar al que pertenecer y en el que proyectarse emocionalmente, y sobre todo, un conocimiento profundo de lo que pudiéramos llamar el gobierno de la casa, con toda la riqueza que este término pueda englobar, algo de ese conocimiento esencial del hogar, que ha trascendido a lo largo de generaciones, permanece en nosotras y nos sentimos orgullosas de ello, pues lo consideramos un valioso patrimonio personal, que puede, además, ampliar nuestra visión como profesionales de la arquitectura, ahora que su puesta en práctica ha dejado de ser una elección obligada. Nuestra arquitectura será auténtica arquitectura doméstica si incluye todos estos valores en su diseño.
Tal y como está evolucionando la sociedad, cada vez mas seres humanos, hombres y mujeres, deberán ser responsables del gobierno de su propio hogar, al desaparecer, con la incorporación de la mujer al mundo laboral, ese personaje de auténtico lujo (no para ella sino para los que disfrutábamos de su presencia), que era el ama de casa, la madre tradicional, defensora y guardiana del nido, siempre presente y dispuesta a que las cosas funcionaran, pues tal era su cometido en un reparto mas o menos racional del ingente trabajo que supone el vivir, cometido que desarrollaba la mayoría de las veces de una forma vocacional.
Surgen nuevas formas de convivencia social que van a dar lugar a nuevas formas en el uso del espacio reservado a la intimidad. Nuestras propuestas deben de partir del análisis minucioso de las funciones que van a desarrollarse en cada espacio, pero sin perder en absoluto de vista todos los conceptos que componen el universo casa.
No concibamos las casas, exclusivamente con una visión, digamos, científica, en la que para llegar a la resolución exacta del problema, debamos despojarlo de todo tipo de valores, entendiendo por esto que deseamos poder establecer un sistema estructurado en base a una serie de elementos, a los que damos un contenido, de manera que nos ayuden en la elección de alternativas, con el objeto de que nuestras acciones sean intencionadas.
Nuestro trabajo de investigación trata de descender al análisis pormenorizado de la esencia funcional de las dependencias que componen la casa, de las modificaciones en los hábitos que se están produciendo en nuestra cultura, que van a originar nuevos criterios a la hora de distribuir espacios. Consideramos que la mujer arquitecta aporta o debería aportar una visión profunda del complejo mecanismo que es el hogar y por ello, debe ser capaz de concebir espacios que reflejen este entendimiento. Aplicar estos conocimientos y tratar de trasmitirlos es una tarea que nos puede hacer comprender mejor nuestro día a día y el de los demás.
Pero, olvidémonos por unos momentos de conceptos como funcionalidad, intendencia, almacenamiento, limpieza, uso... y vayámonos al extremo opuesto, abandonemos la Casa vivida, abandonemos los mundos tangibles y viajemos de la luz al silencio, viajemos a nuestra Casa etérea, penetremos en ella.

LA CASA ETÉREA
La Casa construida alberga nuestras acciones en el plano físico, tiene una realidad tangible. La Casa etérea alberga nuestro mundo interior , en ella habita nuestro espíritu. Hay todo tipo de casas etéreas, casas felices, llenas de luz, casas donde siempre es verano, hay casas tristes, oscuras, impenetrables, laberínticas ..., pensemos solo en las hermosas. La Casa etérea también se construye, tiene los mismos atributos que la Casa construida. Es un ser vertical y concentrado . Su dimensión vertical es la profundidad y su centro somos nosotros mismos.
Cuando nacemos es solo una esencia y la vamos construyendo al recorrer la vida , su propia construcción es un reconocimiento pues tiene miles de secretos ocultos, puertas que empujar, ventanas que abrir, escaleras que ascienden a momentos sublimes y otras que descienden a oscuros sótanos. Esta imagen poética del alma como un ser contenido en un espacio, nos hace volver de nuevo sobre nuestra condición de arquitectas, sentimos a través de los espacios como otros sienten a través de los sonidos, de los colores , del cuerpo , de la materia... Nos vemos a nosotras mismas como parte de un interior y si hay un interior hay un exterior y un elemento contenedor, esa es nuestra Casa etérea.
La poesía es ahora la que viene en nuestra ayuda para transmitir nuestro pensamiento, pues es, a través de ella, como se comunican las almas. Dice el poeta Jean Laroche :
"Una casa erigida en el corazón mi catedral de silencio cada mañana reanudada en sueños y cada noche abandonada. Una casa cubierta de alba abierta al sueño de mi juventud".
Esta referencia a un mundo espiritual propio la proponemos como punto de encuentro entre la maternidad y la creación, entre la Casa amada y la Casa creada.

LA CASA AMADA
La Casa etérea deja de ser una metáfora para la mujer en el momento en que siente su cuerpo habitado, físicamente ocupada por un ser vivo, en el momento en que se siente madre. El misterioso vínculo físico y espiritual entre la madre y el hijo, se desarrolla en un espacio real, que forma parte de nosotras mismas. Como arquitectas, sentimos cómo una nueva dimensión viene a sumarse a nuestra concepción del espacio. Nosotras somos espacio que alberga, nosotras somos la primera casa de nuestros hijos, la casa perfecta, caliente, autosuficiente, móvil, ecológica... Nosotras somos casa y por ello comprendemos el atributo maternal que tiene el lugar así denominado.
Dice Gastón Bachelard :"La vida empieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia, en el regazo... de una casa."
La casa, la madre, pero ¿Qué es la madre? La madre son las raíces, los orígenes, el vínculo con la Naturaleza, la continuidad, la Tierra,.. la madre es el umbral de la vida. Nuestra madre es nuestro origen, pero llega un día en que tomamos su lugar y comprendemos lo que significa ser la continuidad, la semejanza, el principio ...
Los seres humanos somos seres egocéntricos, entendiendo el término en el sentido en que somos centro de nosotros mismos. La maternidad o el sentimiento maternal viene a alterar de forma misteriosa esa cualidad. La mujer deja de ser un ser centrado cuando existen otros seres independientes que han partido de ella y son parte de su esencia.
La mujer, como la casa, se convierte en un universo, en una fuerza integradora,...el lugar al que retornar. En la casa y en la madre encuentra el ser humano su identidad. El vínculo de la madre con los hijos, de los hijos con la madre, esa búsqueda del equilibrio necesario para aceptar negarse como centro y eje de nuestra propia vida, sin perder nuestra identidad, nos obliga a un aprendizaje hermoso, potente y a veces doloroso del vivir. Este conocimiento nos hace percibir y sentir el mundo de una manera característica. Cualquier actividad humana está impregnada de la esencia del ser que la realiza.
Nuestra arquitectura, si es honesta, tendrá, en algún lugar, en alguna intención, en alguna decisión, algo de nosotras mismas. Desearíamos que nuestra arquitectura doméstica reflejara esa búsqueda del equilibrio, de la armonía entre las fuerzas que la integran, que tuviera el valor de la sugerencia y no el de la imposición, aquello casi nunca conseguido y siempre anhelado. Entendemos de una manera similar la educación, el abrir los ojos a la vida, el buscar una forma amable de mostrar parte del camino que hemos recorrido, un entregar las llaves de los lugares cuyos secretos hemos aprendido a descubrir. Nuestras obras, nuestras casas, a pesar de haber sido soñadas por nosotras, no son nuestros propios sueños, así como nuestros hijos no somos nosotras mismas.

LA CASA CREADA
Habitemos de nuevo nuestra casa etérea, penetremos en ella.
En el ático tenemos instalado el estudio, en él nos recogemos para soñar los espacios que otros han de habitar. Abajo, la casa está llena de ruidosos pensamientos, recuerdos, luces, formas, colores, músicas, seres queridos... En ella habita la imaginación, esa mezcla de pasado y futuro, de contradicciones resueltas, de correspondencias, de secretos, de presentimientos..., la mas científica de todas nuestras facultades, como diría Baudelaire.
Nuestra Casa etérea tiene grandes ventanas abiertas al mundo de los sueños y línea directa con la realidad. A ella nos retiramos cuando queremos crear, cuando queremos proyectar. Los espacios soñados, el anticipo de la vivencia, el origen de la creación. Para ello es necesario viajar a través de los mares del silencio, es necesario el sosiego para tener una buena travesía y es necesario el tiempo para que ésta discurra sin prisas.
... y ¿Por qué queremos crear casas? Quizás porque percibimos el espacio de una forma especial, porque somos sensibles a la luz, al color y a las sensaciones que se experimentan en lugares en los que reina la armonía, porque estar en contacto con lo bello es para nosotras una fuente de felicidad y por ello deseamos poder reproducir esta sensación de felicidad para otros. Deseamos crear lugar como algo distinto al mero espacio físico, espacios felices que alberguen sentimientos hermosos.
¿Qué es la creación arquitectónica?. Como dice Louis I. Khan, es:"el paso del silencio a la luz, la materialización en una forma, del impulso espiritual con los medios que nos ofrece la naturaleza."Para proyectar, debemos situarnos en el mundo de lo irreal, de lo inexistente, de lo no construido, en el mundo de los ensueños, de los nuestros como arquitectas y de los habitantes de nuestras viviendas, establecer un diálogo, escucharles y escucharnos, imaginarles viviendo en nuestros espacios y comprobar si son felices.
Solo de un encuentro armonioso surgirá un proyecto bello. ¿Cómo lograr ese encuentro?¿En que podemos ser afines nosotras, arquitectas con una visión profesionalizada de la arquitectura con esos seres, la mayoría de las veces anónimos, que van a habitar nuestras casas? Tenemos en común nuestra condición humana, en el momento en que comprendamos sus necesidades y las hagamos nuestras, seremos capaces de dar una hermosa respuesta arquitectónica.
Y es ese presentimiento de la belleza, ese conocimiento intuitivo previo y la necesidad de darlo a conocer, es lo que nos impulsa a crear, a proyectar, a dotar de un orden a todos esos sentimientos, de manera que logremos construir el pensamiento que expresamos gráficamente en un plano. Toda la riqueza de nuestro mundo interior debemos ponerla al servicio de la idea, nuestra razón se encargará de darle forma, solo así nuestros proyectos vivirán.
Y para finalizar, realicemos un último recorrido circular por nuestro pensamiento, para definir LA CASA como:
El lugar donde la arquitectura es entendida como un acto de amor apasionado por la vida, en el que reflejamos nuestro pensamiento, buscando, en la armonía de las formas bellas, el calor y la seguridad del ser que se siente felizmente cobijado.
.... y es así como creo que ... LA MUJER CONSTRUYE

Ana Estirado Gorría, arquitecta.




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