domingo, 2 de mayo de 2010

Las pérdidas... y lo vivido


Vivir al máximo debería ser nuestro lema. Exprimir cada momento que experimentamos, sacarle el jugo a las experiencias, y poder al mismo tiempo obtener una lección de vida. A la vuelta de la esquina de nuestras vidas nos encontramos seres maravillosos que aportan tanto a nuestro existir. Vivimos de la noche a la mañana verdaderos huracanes, que dejan nuestras vidas trastocadas, y cambiadas. En un instante llega alguien a transformar tus días, tus minutos y tus horas.

Y mientras pasamos por estas maravillosas experiencias todo es emoción y diversión. La alegría nos embarga, la dicha de vivir las situaciones nos hace olvidar que cada una de ellas tiene un final. Amargo o feliz, deberá llegar a su fin. Muchas veces el final, se convierte en pérdida, y en lugar de permitir a la felicidad embargarnos por cuanto vivimos, se nos convierte en una pesada carga de la cual no nos podemos soltar. Surge entonces la pregunta, ¿Cómo enfrentar las pérdidas? Mi respuesta es sencilla: habiéndolo vivido al máximo. Sin más ni más, al entregar lo mejor de nosotros, a lo que se esté dando o esté sucediendo, es la protección segura de sentirte satisfecha ante la partida del evento o la persona que a partir de ese momento se convertirá seguramente en un dulce recuerdo.

La vida es un rosario, es un collar de perlas, y cada una de ellas es un dulce recuerdo vivido, y en algunas ocasiones, los momentos amargos. El momento de la pérdida es doloroso, si. Pero pocos reflexionamos, en la bendición que fue vivir lo maravilloso que vivimos. Lo maravilloso que fue experimentar lo que experimentamos. Y cuanto nos ha hecho crecer, sentirnos como nos sentimos. Vivir al máximo y dar lo mejor. Luego... las pérdidas se convierten en ganancia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Coincido plenamente contigo.
Es mi vida y tengo que vivirla ahora y al máximo.

Saludos
Bargol